Scott McKenzie, global head de la unidad de inteligencia de Nielsen, se hace eco de los cambios en los hábitos de consumo que ha provocado la crisis del coronavirus.
La mayor parte de los consumidores a lo largo y ancho del globo se han comportado de manera muy similar durante los últimos meses, fuertemente marcados por el impacto del COVID-19 en la mayoría de sectores y mercados. Así lo revela Scott McKenzie, global head de la unidad de inteligencia de Nielsen, en un artículo para The Drum.
En cuestión de gasto, la mayoría de los consumidores han seguido patrones comunes. Cuando comenzó el brote de coronavirus, aumentaron las compras masivas fruto del pánico a la falta de existencias. Con la llegada del confinamiento, las personas se fueron acostumbrando a cocinar más en casa y a entretenerse en esas cuatro paredes, y aseguraban a la firma que mantendrían esos hábitos después de la pandemia.
McKenzie detalla cuatro conclusiones obtenidas por Nielsen a lo largo de estos meses que recogemos a continuación:
El hogar es donde está el estómago
Durante la pandemia, los presupuestos destinados a la compra de alimentos aumentaron considerablemente. Las ventas de productos como carne fresca, verduras congeladas o alcohol se fueron incrementando en unas semanas en las que los bares y restaurantes permanecían cerrados.
Por ahora, revela el experto, esos niveles permanecen intactos en la mayoría de los países. Por ejemplo, en Estados Unidos las ventas totales de bienes de consumo envasados (CPG) registraron un crecimiento del 12% en las cuatro semanas previas al 20 de junio.
La eficacia y el origen son lo más importante
Las expectativas de los consumidores a la hora de comprar productos se centran ahora en la eficacia de los mismos. «Las afirmaciones de marca sobre los productos de limpieza son un claro ejemplo. Los consumidores quieren saber que el producto mata los gérmenes. Punto. En este momento, están menos preocupados por salvar el planeta y más preocupados por salvar a sus familias«, dice McKenzie. Para las marcas se torna entonces crucial aclarar las características de los productos para ayudar a los consumidores a tomar decisiones rápidas.
Las ventas de los alimentos que se apoyan la salud del sistema inmunitario han aumentado un 13% en las últimas cuatro semanas en Estados Unidos, y un 19% durante el periodo de 12 semanas que finalizó el 20 de junio.
Por otro lado, destaca el incremento del interés de los consumidores en productos locales o cadenas de suministro cortas y transparentes. «Entender lo que está comiendo y de dónde proviene ha sido una tendencia creciente durante varios años, pero el COVID-19 la ha intensificado», asegura.
El comportamiento de compra online se vuelve indeleble
Además de los productos que compramos, la forma en la que compramos también se ha modificado durante esta etapa, impulsando significativamente las ventas online. Los datos recogidos en los meses de marzo y abril revelaron que el 30% de los nuevos compradores online repiten su compra online y que un tercio (33%) de los nuevos compradores de CPG online son mayores de 55 años.
Cambios en los hábitos de consumo en el futuro
Atendiendo al auge del e-commerce, las marcas deberán destinar sus esfuerzos a este canal. Aunque los compradores online han sido menos rentables que los compradores tradicionales para muchos supermercados, señala McKenzie, en muchos países «la mayor adopción del online mejorará los niveles de rentabilidad y ayudará a que los minoristas adopten más plenamente la expansión online».
En los próximos años, los retailers deberán estar muy atentos a los cambios de la demanda, ya que el impacto de la recesión afectará a la sensibilidad a los precios, la elección de marca y el tamaño de los packs que demandan. «A medida que las personas se recalibran en función de lo que hay en su billetera, necesariamente deberán recalibrar lo que entra en sus cestas de la compra«, finaliza el profesional.
Fuente: www.marketingdirecto.com